12.8.09

Ejercitando la Respiración

Cada día vemos más deportistas compenetrándose con técnicas de concentración y relajación. Por supuesto que lo que se persigue es perfeccionar el “instrumento” mente-cuerpo en el juego. Para mejorar su potencia y precisión, focalizando la energía psicofísica, o para intensificar la velocidad de los períodos de recuperación entre las competencias o entrenamientos.
Hace unas décadas sorprendió el empleo de técnicas de hipnosis en equipos de ajedrecistas. Lo mismo la acupuntura para tratar el dolor o en la rehabilitación de lesiones en los atletas. Como siempre, desde la negación al escepticismo y luego la afirmación, hoy nadie lo cuestiona.
Lo mismo pasa con ciertas técnicas de manejo psíquico, a través de ejercicios de respiración, lo que podríamos simplificar llamando yoga. En la película Azul Profundo, vemos al protagonista bajar su metabolismo, es decir, sus necesidades energéticas, traducido en una baja del ritmo cardíaco y apnea (no respiración), a través de ejercicios “yóguicos”. O cuando se muestra el espectáculo del hombre que se enrolla sobre sí mismo, para caber en una pequeña caja de cristal, que es depositada en el fondo de un estanque, durante una hora...y luego retirada con él aún vivo; con el animador exclamando que el fulano en cuestión ha practicado “respiración yóguica”.
Aunque la práctica diligente no nos permitirá quizás una estadía sub-acuática de una hora, estas técnicas de respiración enseñan instantáneamente autocontrol, “a calmar los nervios”, además de acelerar los procesos de restauración biológica, como ocurre al dormir.
En una inhalación normal, cerca de medio litro de aire es llevado a los pulmones; cuando es profunda, moviliza seis veces más volumen, llegando casi a tres litros. La práctica de ejercicios de respiración yoguita aumenta la capacidad pulmonar y mejora el proceso de ventilación.
Los beneficios de esto son obvios en deportistas y no deportistas, porque una mejor ventilación pulmonar asegura un manejo más eficiente del intercambio gaseoso, directamente responsable de la combustión celular y , por tanto, de las necesidades energéticas aumentadas por el movimiento.
Pero las implicancias de los ejercicios de respiración son mayores que lo meramente metabólico, y van más allá de una explicación de fisiología aeróbica. La respiración trasunta nuestro “estado interior”. Es así como vemos que los cambios emocionales, especialmente si son intensos, se asocian a cambios en la respiración. Cuando estamos agitados, jadeamos. Sollozamos en el dolor. Respiramos corta y frenéticamente en la ira...Y en el ejercicio, por supuesto que cambia nuestro patrón de respiración, y este cambio de respiración afecta nuestro estado emocional. La respiración agitada del ejercicio aumenta nuestro estado de alerta.

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